martes, 12 de julio de 2016

Londres, doce de julio de dos mil dieciséis.


El italiano hace los cálculos a mano. Es un dinosaurio en una oficina de una de las ciudades más modernas de la Unión Europea (hasta que se haga efectivo el Brexit).

El italiano maldice en su idioma, dice "cristo" y "madonna santa". Sólo al principio zarandeaba enfadado la torre del ordenador.

El italiano fuma tabaco negro. Sale de la oficina de manera regular y vuelve con un apestoso  aroma.

El italiano tiene cierto aire de mafioso. Creo que es por su nariz y su lunar en el pómulo derecho.

El italiano solía acercarse a Karan y tocarle en el hombro con gesto cómplice. Ahora ya se ha hartado hasta de Karan y ya no se acerca ni le toca el hombro.

El italiano está flaco. Come todos los días a las doce un sandwich que compra en alguna tienda de la estación y galletas de chocolate durante la tarde.

El italiano se levanta muchas veces al día ahora que no hay trabajo. Para mantenerse entretenido se toma un café cada x minutos.

El italiano no habla bien inglés. Últimamente ni siquiera habla. Hace mucho que no le escucho decir "only preliminary" ni "this cannot work".

El italiano utiliza el traductor de google para traducir sus correos al inglés. Eso me pone triste aunque no sé muy bien por qué.

El italiano tiene unas arrugas tremendamente marcadas en la cara. También tiene las orejas grandes y el pelo entre gris y blanco. Es un hombre mayor.

El italiano mueve la mano derecha a la manera italiana. Esto es, junta las yemas de todos los dedos y balancea la muñeca de arriba a bajo.  

El italiano dice "salud" cada vez que estornudo. Cuando estornuda él le digo "bless you" y el responde "thank you, Ana"



El italiano está hasta los… Igual que yo

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