Lluvia
La lluvia nos
muestra la cara más sucia de la ciudad. Las ratas corren buscando un lugar
donde guarecerse, mientras los zombies con sus jeringuillas se
amontonan en los soportales, y mean en las esquinas. El agua forma riachuelos
en los bordes de las aceras y arrastra sangre, botellas de alcohol y
papelinas. Se estanca en los pasos de cebra. Forma pequeños lagos de
podredumbre, espejos de la ciudad. Putrefacción y odio. Miseria. Algunos
perros pasean a sus dueños, pocos. Todo lo demás es soledad y pena. Dolor
respirable, final temprano y triste. Por las cloacas se cuelan las últimas
posibilidades de que algo cambie, aunque sea ligeramente, a mejor. Es el otoño.
Quizás el último otoño, porque huele a abismo abierto, insalvable. Y yo,
y todos, seguimos sin alas para alzar el vuelo.
Adicta a las mentiras
Mastico los recuerdos que compartimos
Inhalo tu olor, en las sábanas atrapado
Esnifo los restos de tu piel arrancada por mis uñas, ayer
Me pincho las espinas de las flores que (nunca) me regalaste
Me he convertido en una triste toxicómana, adicta a las mentiras prefabricadas que escaparon de tus labios.
Inhalo tu olor, en las sábanas atrapado
Esnifo los restos de tu piel arrancada por mis uñas, ayer
Me pincho las espinas de las flores que (nunca) me regalaste
Me he convertido en una triste toxicómana, adicta a las mentiras prefabricadas que escaparon de tus labios.
La fiesta ha terminado y la cabina del disk jokey está vacía, pero yo todavía escucho la música estridente mezclada con tus "te quiero", en una única pista infinita.
La plaza
Cada mañana subo a la plaza. Junto
con el vaho de los orines, repartidos de manera irregular por todas las
esquinas, respiro decadencia. El suave aroma que desprenden las flores de los
puestos apenas atenúa el olor a yonko muerto. El
contraste de los colores de los pétalos con el gris cemento me engaña. También las flores están muertas, empaquetadas en
ramos para regalar. Así demostramos nuestro amor a las amantes secretas y
pedimos perdón a las demás. Un grupo de zombies pelean en la
esquina. La muerte vive en esta plaza. El movimiento artificial del agua en las
fuentes pretende ocultar el estatismo que reina en los lugares donde ya no
queda vida. Es este un cementerio más en la ciudad.
Soledad
Olisqueo las esquinas buscando tu
rastro. Como un perro, aúllo en soledad. Soledad palpable, tanto
que la mastico como a un chicle de fresa al que se le ha ido ya el
sabor. Mi mandíbula dolorida tiembla de rabia por haberte perdido y sangran mis
oídos al escuchar tanto silencio roto por mis llantos. Ven si
quieres descubrir el color de la pena. Ven si quieres ver cómo viven los tigres
en el circo. La tempestad me lee la mente y llueve miseria por donde
paso. Antes tú eras mi limpiaparabrisas y mi techo. Ahora ando descalza y se
clavan las risas en mis pies sucios. Me inyecto tus
recuerdos, pero ya no anestesian. Esta jeringuilla infectada de olvido no
me sirve para nada. Ni tan siquiera para amenazar a la calma y conseguir que se
quede conmigo; aunque sea un instante, sólo el tiempo necesario para que el
fracaso suspendido en el aire se deposite en el suelo y deje de atascar mis
pulmones.
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