domingo, 3 de julio de 2016

De donde venimos I (textos de 2012)

Lluvia


La lluvia nos muestra la cara más sucia de la ciudad. Las ratas corren buscando un lugar donde guarecerse, mientras los zombies con sus jeringuillas se amontonan en los soportales, y mean en las esquinas. El agua forma riachuelos en los bordes de las aceras y arrastra sangre, botellas de alcohol y papelinas. Se estanca en los pasos de cebra. Forma pequeños lagos de podredumbre, espejos de la ciudad. Putrefacción y odio. Miseria. Algunos perros pasean a sus dueños, pocos. Todo lo demás es soledad y pena. Dolor respirable, final temprano y triste. Por las cloacas se cuelan las últimas posibilidades de que algo cambie, aunque sea ligeramente, a mejor. Es el otoño. Quizás el último otoño, porque huele a abismo abierto, insalvable. Y yo, y todos, seguimos sin alas para alzar el vuelo.


Adicta a las mentiras


Bebo el perfume que olvidaste en la mesilla
Mastico los recuerdos que compartimos
Inhalo tu olor, en las sábanas atrapado
Esnifo los restos de tu piel arrancada por mis uñas, ayer
Me pincho las espinas de las flores que (nunca) me regalaste

Me he convertido en una triste toxicómana, adicta a las mentiras prefabricadas que escaparon de tus labios.

La fiesta ha terminado y la cabina del disk jokey está vacía, pero yo todavía escucho la música estridente mezclada con tus "te quiero", en una única pista infinita.

La plaza



Cada mañana subo a la plaza. Junto con el vaho de los orines, repartidos de manera irregular por todas las esquinas, respiro decadencia. El suave aroma que desprenden las flores de los puestos apenas atenúa el olor a yonko muerto. El contraste de los colores de los pétalos con el gris cemento me engaña. También las flores están muertasempaquetadas en ramos para regalar. Así demostramos nuestro amor a las amantes secretas y pedimos perdón a las demás. Un grupo de zombies pelean en la esquina. La muerte vive en esta plaza. El movimiento artificial del agua en las fuentes pretende ocultar el estatismo que reina en los lugares donde ya no queda vida. Es este un cementerio más en la ciudad.


Soledad


Olisqueo las esquinas buscando tu rastro. Como un perro, aúllo en soledad. Soledad palpable, tanto que la mastico como a un chicle de fresa al que se le ha ido ya el sabor. Mi mandíbula dolorida tiembla de rabia por haberte perdido y sangran mis oídos al escuchar tanto silencio roto por mis llantos. Ven si quieres descubrir el color de la pena. Ven si quieres ver cómo viven los tigres en el circo. La tempestad me lee la mente y llueve miseria por donde paso. Antes tú eras mi limpiaparabrisas y mi techo. Ahora ando descalza y se clavan las risas en mis pies sucios. Me inyecto tus recuerdos, pero ya no anestesian. Esta jeringuilla infectada de olvido no me sirve para nada. Ni tan siquiera para amenazar a la calma y conseguir que se quede conmigo; aunque sea un instante, sólo el tiempo necesario para que el fracaso suspendido en el aire se deposite en el suelo y deje de atascar mis pulmones.

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